A lo largo de la
pretemporada, el técnico de Cipolletti hizo hincapié en la tenencia de
la pelota y el dinamismo en los metros finales.
Cipolletti > El público que vaya a ver el regreso de Cipolletti a la temporada del Argentino A se encontrará con una formación, en líneas generales, conocida, pero que lucirá diferente.
Rogger Morales ha buscado dejar su tinte en esta pretemporada y tras dos encuentros amistosos van quedando señales colectivas sobre el campo de juego.
Más allá de la disposición táctica, el nuevo técnico quiere un equipo dinámico de mitad de cancha hacia adelante. Tras los cortes en el presupuesto y de muchos jugadores foráneos, han quedado nombres jóvenes y de mucho despliegue físico.
Apoyado en esas características se inclina por una formación ofensiva, que intentará capitalizar al máximo la posesión del balón y achicar las líneas para que el retroceso no sea caótico.
Lo meritorio de su día a día hasta aquí fue la claridad. César Medina es central y allí jugará, salvo imponderables. Mariano Figueroa el 4 y Julio Ibáñez el enganche.
El pasado reciente del “Guante” Ibáñez actuando como mediocampista por izquierda siempre termina siendo tentador para saltear el 4-3-1-2 y apostar decididamente por dos líneas de cuatro.
Sin embargo, en el inicio no será así. Algo parecido vivió Lorenzo Frutos y los malos resultados obligaron a cambiar de esquema.
Como déficit, Morales apuntó (con atino) la falta de marca en el mediocampo. Una carencia vinculada no sólo a características de los protagonistas, sino a estilos.
El buen trato de pelota y la verticalidad de Chironi van de la mano con su predisposición para ir hacia adelante y dejar zonas desprotegidas cuando se pierde el balón. Ricardo López Carrillo es mucho más contenedor, pero le quita fluidez a la circulación.
Juntos conforman una dupla de mucha empatía, pero quitan a Ibáñez de los metros en donde más daño hace, donde pesa, en la asistencia a los delanteros.
DLMN