sábado, 21 de agosto de 2010

AL MAESTRO CON CARIÑO





OSCAR IBÁÑEZ,
MITAD POETA, MITAD LOCO…

Difícil misión la de poner en palabras lo que fue, es y será siempre Oscar Delfor “el Loco” Ibáñez, el discotecario público de la ciudad de Neuquén, como él mismo se nombraba en cada programa de “básquet con toda la música”. Difícil misión la de resumir la vida de una persona que de poeta y de loco tuvo mucho, y no poco.
Si usted lo conoció, sabrá que fue una maravilla como jugador de basquetbol, pero más maravillosa fue su persona, honesta, sencilla, alegre, humilde. Y eso que tuvo motivos para agrandarse. Si hasta ganó el Olimpia de Plata en una terna en la que estaba el mismísimo “Beto” Cabrera, si fue el creador del minibásquet en Argentina, si monstruos como Julio Lamas, la Oveja Hernández y “Manu” Ginóbili, cuando se lo cruzaban, se acercaban a saludarlo como a un verdadero ídolo.
¿Quiere más? Juan Domingo Perón lo convocó para imitar a los Globestrotters en el Luna Park, lo hizo con otros amigos, llenaron el estadio y quedó gente afuera. Víctor Hugo Morales y Juan Alberto Badía se peleaban por jugar con Oscar en sus años de juventud en partidos amistosos. Y les podría enumerar unas cuantas historias más de mi querido “Loco”.
Pero alguien se hace grande por mucho más que eso, y Oscar, justamente por eso, es mucho más que un grande. Es más, porque siendo lo que era vivió la vida siempre con humildad. Es más, porque recibiendo propuestas de trabajo interesantes, jamás vendió sus ideales. Es más, porque la humildad la tuvo siempre a flor de piel, y la lealtad al basquetbol, a su familia, a sus amigos, era para él una obviedad.
Tal vez por lo grande que fue, es que me cuesta resumir en pocas líneas la vida de Oscar. Pero sí les cuento que la alegría era su carta de presentación, y que su corazón latía más fuerte si tenía una cancha de basquetbol cerca.
Cuesta despedirlo, cuesta pensar que ya no estará haciendo esos comentarios tan precisos por la radio, pero nos queda mucho de lo que sembró. Nos quedan sus ganas de vivir, su alegría, la que le daba el basquetbol, y la que le transmitía su familia y sus queridos nietos. Nos queda la desfachatez de vivir con la libertad de quien elije, día a día, lo que le hace feliz.
Dicen que los poetas quedan siempre presentes en sus versos, y que los locos viven eternamente en las sonrisas de los que quedamos. Por eso, podrán decir que Oscar se fue, pero yo les aseguro que siempre estará presente, cada vez que sonriamos, cada vez que la naranja pique sobre el parquet.
Por eso, querido amigo, prefiero decirte hasta siempre. ¡Hasta el próximo partido!

Por SEBASTIÁN ORTIZ
Relator y periodista, formó dupla con el Loco Ibáñez siguiendo la campaña de Independiente en el TNA y la Liga Nacional.

Bendito fue aquel día

"¿Conocés a un tal Ibáñez que es entrenador de básquet?", me preguntó por marzo del ‘74 el doctor Nogara. Era director de Deportes de la provincia, y el ministro de Bienestar Social de Felipe Sapag, Horacio Forni, le había comentado que este entrenador estaba trabajando en Cinco Saltos y existía la posibilidad de tomarlo en la provincia. No dudé porque aunque no lo conocía personalmente sabía de él por la revista El Gráfico y por su paso por Neuquén con la selección juvenil de Capital Federal que ganó el Argentino jugado en Pacífico años antes.
Desde su llegada comenzamos a trabajar juntos y compartimos muchas cosas de la vida y del basquetbol. Recuerdo su manejo de aquel equipo juvenil de Independiente acompañando a Humberto Martín y a pocos mayores más en los torneos locales y a la selección provincial durante tantos años.
Esas largas charlas de aprendizaje deribaron en una amistad que fue creciendo como para que mis hijos pasaran gran parte de su niñez y mucho de su adolescencia entendiendo sus gritos, sobrenombres, cargadas y abrazos de afecto. Todo eso y mucho más fue Oscar Delfor Ibáñez. Cada uno de los miles de chicos que comenzaron a aprender a jugar al básquet con él sabe jugar. Sino pregúntenle al Tola Cadillac y a esa bandita de San Andrés, su club, y a los pibes que pasaron por Independiente, Atlético Neuquén, Pacífico y el Ruca Che.

Por LUIS ROBERTO SOTOSCA
Jefe de Deportes del Diario del Neuquén, donde Oscar Ibáñez escribió durante años su columna que llamó: NBA Fantástica.