jueves, 18 de noviembre de 2010

 
Definilo, Lio

 

Argentina logró un agónico 1-0 sobre Brasil, gracias a un golazo de Messi.

Con esta victoria, la selección alcanzó a Brasil en el historial. Empataron 24 veces.
 


Aunque agónica y hasta injusta, la victoria del seleccionado argentino en el clásico sirvió para cortar con cinco años de dolorosa paternidad brasileña, para fortalecer a Batista y demostrar que el Lionel Messi que se necesita es ese jugador ciclónico que surgió en el último suspiro del partido disputado en Doha, para sacudir las redes con una obra de arte.

Seguramente que además del resultado, muchas cuestiones positivas sacará el Checho de un derby que ofreció fútbol en cuentagotas, mucha fricción y que finalmente se transformó en un interesante choque de sistemas.

El nuevo Brasil, que ahora dirige Menezes, está en plena renovación. Juntó a viejos guerreros como Ronaldinho y Robinho, y le imprimió la cuota de frescura y atrevimiento con Neymar, el pibe de 18 años que descolla en Santos y ya pinta para crack planetario.

Frente a este poder ofensivo, el seleccionado nacional se paró con una línea de cuatro hombres en el fondo (Zanetti, Pareja, Burdisso y Heinze) y dos volantes centrales para la contención en la zona caliente (Mascherano-Banega). Batista escuchó el clamor popular y le dio la chances a Javier Pastore de conducir al equipo y ser un socio de galera y bastón para Messi.

El cuarteto de ataque lo completaron Di María, en un duelo particular con el siempre rendidor Dani Alves, e Higuaín, que participó poco del juego, tuvo la pólvora mojada y en el complemento le dejó su lugar a una convincente actuación de Ezequiel Lavezzi.

Si bien mostró algunos desajustes, tanto a la hora de defender el arco del seguro Sergio Romero, como para intentar quebrar el arco brasileño, hay detalles tácticos que seguramente despertaron la esperanza del Checho.

En el terreno de las sociedades, la de Pareja y Burdisso funcionó bastante bien, tuvo pocos desacoples y a la hora de trabajar en zona, lo hizo con prestancia.

La de Mascherano y Banega mostró su mejor cara en el complemento, cuando el ex Boca se amigó con el balón, aunque es cierto que el ahora volante del Barcelona cometió varias infracciones por llegar a destiempo. ¿Pueden dividirse el mediocampo sin dar ventajas? Sí, porque los dos tienen despliegue, buen manejo y sentido del quite. Desde ya, para eso es clave que la defensa achique sin fallar y que los encargados de la ofensiva colaboren para recuperar.

Pastore y Messi tuvieron momentos. Hicieron buenas migas en el comienzo, con paredes a un toque y miradas cómplices. Armaron un jugadón que casi acaba en un zurdazo al ángulo de la Pulga y después dejaron de dialogar. Igual, el talentoso de Palermo debe seguir en el equipo y será Batista el encargado de guiarlo afuera de la cancha para que él sea faro adentro y consiga potenciar a Lionel.

El cotejo, jugado en el marco de la promoción de la candidatura de Doha para ser sede del Mundial 2022, entusiasmó en los primeros 15', por la dupla Pastore-Messi y porque del otro lado Brasil amenazaba con Robinho, Neymar y Ronaldinho.

Mientras que Brasil centralizó bastante los ataques, Argentina llegó en los primeros minutos utilizando mucho más el sector izquierdo de Di María que el derecho, porque la tendencia de Messi, tal como en el Barcelona, es la de centralizarse.

A los 18, Daniel Alves por la derecha combinó en pared con Robinho y sacó un potente remate que estrelló el balón en travesaño.

El equipo argentino perdió el control y a los 21, tras un tiro de esquina desde la izquierda y una serie de rebotes, Ronaldinho tuvo una gran oportunidad cuando casi convierte con un precioso taco.

Brasil ya era el dominador, mientras Argentina apostaba a las contras. A los 35 Ronaldinho probó los reflejos de Romero, pero sin dudas la gran jugada del partido se produjo a los 38, cuando Messi arrancó por el medio y repentinamente sacó un tremendo zurdazo que levantó al estadio.

El segundo tiempo fue un bodrio, y sólo algunas arremetidas de Neymar y el Pocho Lavezzi sacaron del sopor a las 50 mil almas presentes.

Hasta que a los 45 surgió el genio, con una clásica apilada de derecha a izquierda y un remate de zurda a contrapierna perfecto, sacado del manual de los crack. En las horas previas al clásico, Messi había dicho "es hora de ganarle a Brasil", y cumplió.

Doha fue testigo de otra de sus obras maestras y Batista sumó un triunfo importante, porque en el fútbol, siempre es más sencillo construir cuando se está en la buena