viernes, 26 de agosto de 2011

En Neuquén nació la mística



A punto de comenzar un nuevo torneo continental en Mar del Plata, varios de estos mismos jugadores intentarán llegar a Londres 2012, punto final de una camada inolvidable.



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Manu Ginóbili llegaba con tres títulos de Italia y no defraudó en el Ruca.
HUGO SCONOCHINI, LUEGO DE LA SUSPENSIÓN POR DÓPING, FUE EL CAPITÁN.
MAGNANO FUE EL CONDUCTOR EN EL INICIO DE LA ETAPA DORADA.
GINÓBILI FUE UNO DE LOS MÁS EFECTIVOS EN EL ATAQUE DE ARGENTINA.
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A punto de comenzar un nuevo torneo continental en Mar del Plata, varios de estos mismos jugadores intentarán llegar a Londres 2012, punto final de una camada inolvidable.
Neuquén > Una década atrás el seleccionado argentino de básquetbol comenzaba a forjar su leyenda. Aquí en Neuquén nacía la “Generación Dorada”,  un grupo de jugadores que propiciaron un salto de calidad de cuyas mieles aún se sigue nutriendo el básquet nacional.
El cuarto puesto obtenido en el Mundial Sub 22 de Australia ‘97 fue una señal de grandes augurios porque más de medio plantel que jugaron ese certamen: Fabricio Oberto, Emanuel Ginóbili, Juan “Pepe” Sánchez, Leandro Palladino, Lucas Victoriano, Leonardo Gutiérrez y Andrés Nocioni, fue el mismo que luego volvió a consagrarse campeón después de 14 años en el Sudamericano de Valdivia (Chile),  poco antes de comenzar el Premundial en Neuquén. Ellos, más Luis Scola, Hugo Sconochini y Gabriel Fernández formaron parte del equipo albiceleste que fue medalla de bronce en el Preolímpico de Puerto Rico 1999, pero que se quedó sin el pasaporte a Sydney 2000. Además, el certamen en tierras neuquinas marcó el regreso a una competencia oficial del capitán Hugo Sconochini, tras estar suspendido durante 8 meses por dóping.
Tras su participación entonces a fines de julio en el Sudamericano de Valdivia, el equipo entonces dirigido por Rubén Magnano llegaba a Neuquén con la obligación de ratificar ante su público la chapa de máximo favorito.
Entre el 16 y el 26 de agosto de 2001, el estadio Ruca Che fue testigo del nacimiento de un seleccionado diferente, cuyo talento, química y solidaridad lo transformaron en modelo.
Curiosamente -o no tanto-, aquel seleccionado Sub 22 fue dirigido por Julio Lamas, quien hoy está otra vez al frente del equipo mayor.
Pero fue el cordobés Magnano, designado entrenador en marzo de 2000, quien modeló la “mística” de conjunto con su exigencia en cada entrenamiento, el tono firme para trasmitir conceptos, el apego al trabajo táctico defensivo para sacar el máximo de cada jugador.
Argentina ganó invicta el Grupo A tras vencer sucesivamente a Uruguay (103-63), Estados Unidos -que “ninguneó” el torneo al presentar un equipo universitario y finalizar último- (108-69), Venezuela (90-73) y Brasil, en tiempo suplementario, (108-98).
En la segunda fase los triunfos fueron ante Islas Vírgenes (98-77), Canadá (85-76), Puerto Rico (95-70) y Panamá (85-76).
En semifinales, los de Magnano volvieron a cruzarse con Canadá, ganándole por 97 a 76.
En la definición, los argentinos extendieron la racha positiva (10-0) frente a Brasil (78-59) para quedarse con el título y comenzar un reinado en Sudamérica que se extiende hasta hoy.
Argentina ganó invicta y con autoridad el Torneo de las Américas 2001, un certamen que terminó marcando el carácter del mejor equipo en la historia del básquetbol nacional, que un año después se clasificaría subcampeón mundial en Indianápolis, al perder en tiempo suplementario con Yugoslavia (77-84).
Con 24 años, Ginóbili ya era la figura y el jugador más desequilibrante del plantel. Manu llego a Neuquén convertido en el mejor jugador europeo tras los tres títulos obtenidos en la temporada 2001 con el Kinder Bologna.
En cada competencia fue elegido MVP. El status de estrella del bahiense generó roces previos al torneo entre la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) y el club italiano.

DLMN