martes, 4 de mayo de 2010

Codesal y Alemania rompieron el sueño



Argentina sufrió, luchó y jugó para escalar hasta la final en Italia 90, derrotando a Brasil y al local, pero sucumbió en la final.

Neuquén > Italia acogió por segunda vez la Copa del Mundo pero no pudo quedarse con ella, aunque llegó bien lejos sin recibir goles y a paso firme. El orgullo de un equipo herido pero inquebrantable lo eliminó en semifinales, estirando el mote de héroes que se había ganado en México ''''86 y dejando para la historia los penales de Goyco, el tobillo hecho pelota de tenis de Diego, los goles de Cani a Brasil y los tanos y el maldito penal de Codesal en la final. Por segunda vez seguida Argentina y Alemania definieron el torneo y los europeos se vengaron, ante un conjunto que llegó diezmado al último partido y dio batalla durante 86 minutos.
El Mundial fue opaco, se convirtieron menos goles que en los otros, el goleador fue un poco reconocido Toto Schillaci, un depredador del área que ni antes ni después sumó fanáticos, y los alemanes mostraron su estilo clásico, que tras dos finales perdidas le dio el título que le faltaba a Beckenbauer. Holanda no logró brillar pese a sus estrellas, España se quedó otra vez en el camino, Inglaterra le dijo adiós a la final en los penales.
Pero quedó en el recuerdo albiceleste por las heridas y los festejos. Camerún llenó de miedos a Bilardo en el partido inaugural y Maradona metió la mano, esta vez en el área propia, para evitar el gol ruso y mantener con vida al equipo. El triunfo ante Unión Soviética le dio aire y un empate sufrido frente a Rumania lo hizo pasar de ronda.
Claro que el golpe inicial lo mandaba a jugar con Brasil. Sin tanto brillo, más parecido al que se vería en el ''''94, el conjunto brasileño llevaba tres de tres y parecía una muralla difícil de saltar para un plantel golpeado, con Diego en una pierna, sin lugar en su tobillo izquierdo para más infiltraciones. Los palos hicieron lo suyo durante un largo rato en que hubo clara superioridad brasileña, hasta que el Diez se puso la bandera en la espalda y en el círculo central arrancó una jugada mágica para dejar a Caniggia mano a mano con Taffarel. El Pájaro voló más alto que nunca para sellar un pasaje inesperado y sacar a la gente a la calle como en el ''''86.
Yugoslavia, el siguiente rival, fue menos duro. Pero no hubo forma de entrarle. Todo se definió en los penales y allí nació la estrella de Goycochea. Dos disparos detuvo para desnivelar y, otra vez, la gente en las calles para el festejo multitudinario.








Se venía Italia, el local, con cinco triunfos en fila, sin goles en contra (un récord aún no superado). Nápoli recibió a Diego sin la hostilidad que usó el norte italiano durante todo el torneo, hasta silbando el himno argentino en la final. Fue una batalla, pareja, en la que Argentina mostró su mejor cara y llegó al empate tras un cabezazo de Caniggia que luego hubo que resistir en el suplementario, ya con 10 y las piernas cansadas. En los penales, Diego no falló, como el resto, y Goyco se ganó el bronce con otros dos penales detenidos. El San Paolo vivió otro Maracanazo y el mundo asistió al golpe más importante de los últimos años.
Sin Olarticoechea, Giusti y Caniggia, con Maradona jugando con el corazón en la mano y de visitante en el Olímpico de Roma, Alemania se hizo dueña de la pelota en la final pero tardó 86 minutos para romper el cero. Bilardo armó un equipo con lo que podía y la resistencia dio resultado hasta que Monzón se convirtió en el primer expulsado en una final y el mexicano Edgardo Codesal dio penal en una acción de Sensini sobre Völler. Bremhe lo cambió por gol y terminó con el sueño albiceleste de repetir la corona. "Los segundos son los primeros perdedores", dicen. Y Bilardo apoya la idea. Pero un mundo de gente recibió a sus héroes en Plaza de Mayo y agradeció la lucha.